Cuando la República de Weimar surgió tras el
hundimiento del Imperio Alemán y el fracaso de la revolución espartaquista. Los
movimientos nacionalistas incluyeron la Freikorps,
destacados en la lucha contra la revolución marxista y
que fueron disueltos en 1920 (Ernst
Röhm, futuro jefe de las SA, Rudolf
Höss, etc.); y el Deutsche Arbeiterpartei (Partido Obrero Alemán, 1919) de Anton
Drexler y Dietrich Eckart, del que formaba parte Adolf
Hitler. En 1920 se fijaron los 25 puntos de su programa y
se cambió su nombre por el de Nationalsozialistische
Deutsche Arbeiterpartei (Partido de los Trabajadores Alemanes
Nacionalsocialista, NSDAP), ya con Hitler como dirigente destacado. El corpus doctrinal
del nacionalsocialismo fue definido en un
texto: Mein
Kampf (Mi lucha, 1925–1926), que Hitler había comenzado a
redactar durante su prisión en la cárcel de Landsberg tras
el Putsch de Múnich. Tras un periodo de clarificación
política en que se abandonaron las propuestas de los hermanos Gregor y Otto
Strasser, las elecciones de 1930 convirtieron al partido en una fuerza
importante, que mantenía una heroica presencia callejera con las camisas
pardas del Sturmabteilung (tropas de asalto, SA) y la
guardia personal de Hitler con
camisas negras del Schutzstaffel (Escuadrones de Protección, SS).
Las elecciones de 1932 le convirtieron en una fuerza
decisiva, y el Presidente Hindenburg nombró a Hitler canciller a
comienzos del año siguiente, más precisamente el 30 de enero de 1933. A los pocos días, se hizo
una inequívoca presentación de los rasgos fascistas del nacionalsocialismo por
el propio Hitler durante una cena con altos mandos de la Reichswehr (el
ejército alemán) y la marina el 3 de
febrero de 1933, que algunas fuentes denominan el programa
del Lebensraum (teoría
del espacio vital hacia el Este):
1.- Política interior: Completa reversión de la situación
política interna actual de Alemania. Negativa a tolerar cualquier actitud
contraria a este espíritu. Exterminación del putrefacto y dividido marxismo.
Ajuste de la juventud y del pueblo entero a la idea de que sólo la lucha puede
salvarlos y de que todo lo demás debe subordinarse a esta idea (plasmada en los
millones que ya están en el movimiento y que crecerán). Entrenamiento de la
juventud y fortalecimiento del deseo de luchar por todos los medios. Pena de
muerte para la alta traición. Fuerte liderazgo de un Estado autoritario.
Erradicación del cáncer de la democracia.
2.- Política exterior: Batalla contra Versalles (tratado de Versalles). Igualdad de derechos en
Ginebra (Sociedad de Naciones); que de todas maneras será inútil si el pueblo
no tiene deseo de luchar.
3.- Economía: Se resume en tres puntos
básicos: 1. Abolición del interés del dinero, 2. Sustitución del patrón-oro por
el patrón-trabajo, y 3. El bien de la comunidad debe estar antes que el bien
personal (Gemeinnutz geht vor Eigennutz).
4.- Y conquista de nuevo Espacio Vital en
el este y su germanización.
La muerte del anciano Hindenburg sumada a la renovación de
la contundente victoria electoral del Partido facilitaron la transición a un
régimen de partido único que aplicó sin concesiones el programa
nacionalsocialista, incluyendo la represión de toda oposición política y la
legislación de pureza racial (Leyes de Núremberg). Una política económica
firme redujo el desempleo de 6 millones a sólo 400.000. La política de amistad
implementada por Hitler y las potencias europeas (Acuerdos de Múnich) permitió una serie
ininterrumpida de éxitos internacionales.
Lebensraum, término alemán que significa
"espacio vital". Esta expresión fue acuñada por el geógrafo alemán Friedrich
Ratzel (1844-1904), influido por el biologismo y el naturalismo del
siglo XIX. Establecía la relación entre espacio y población, asegurando que la
existencia de un Estado quedaba garantizada cuando dispusiera del suficiente
espacio territorial para atender a las necesidades de la misma. Es un concepto
que cobró importancia durante el Tercer
Reich convirtiéndose en uno de los objetivos más importantes del nacionalsocialismo.
Geopolítica
Véanse también: Geopolítica y Heartland
Estas ideas empezaron a adquirir un tinte político gracias a los trabajos del
politólogo sueco Rudolf
Kjellén (1864-1922), quien acuñó el término de geopolítica para
señalar la influencia de los factores geográficos sobre las relaciones de poder
en la política internacional y defendió algunas de las concepciones del
geógrafo inglés Sir Halford John Mackinder,
referentes a la tesis de que el Asia central y la Europa del Este eran el
centro estratégico del planeta (Heartland o
corazón del mundo), como consecuencia del decaimiento del poder
marítimo radicado en los países situados en torno a aquella. Quien
dominara dicha región cardial, dominaría el mundo.
Nuestro habitad natural yace aquí también! |
Inicialmente estas consideraciones se enfocaban a la
rivalidad entre Alemania y Gran
Bretaña, pero posteriormente se hizo extensivo a la confrontación entre
Alemania y la Unión Soviética.
Necesidad de espacio vital
Karl Haushofer, ex general, y geógrafo, aplicó las
nociones generalizadoras de Ratzel a la situación concreta en que se encontraba
Alemania tras la derrota y los recortes territoriales sufridos en el Tratado de Versalles. Haushofer adujo que la
base de toda política exterior era el espacio vital de que dispusiese el cuerpo
nacional. La acción del Estado consistía en defender tal espacio y en ampliarlo
cuando resultara demasiado angosto. A través de Rudolf Hess,
que era asistente a las clases de Haushofer en la cátedra de geopolítica de la
Universidad de Munich, junto a su hijo Albretch, tomó contacto con Adolf
Hitler, que utilizó la terminología del Lebensraum para
describir la necesidad del Tercer
Reich de encontrar nuevos territorios para expandirse, principalmente
hacia Europa del
Este, en territorios ocupados por la Unión Soviética pero deshabitados y
desaprovechados.
En su obra Mein Kampf, Adolf
Hitler declaró: "Los alemanes tienen el derecho moral de
adquirir territorios ajenos gracias a los cuales se espera atender al
crecimiento de la población". Hitler establecía la necesidad de acabar
con la desproporción entre la población alemana y la superficie territorial que
ocupaba. La idea no se basaba en restaurar las fronteras anteriores al
estallido de la Primera Guerra Mundial (1914), sino en
conquistar nuevas tierras al este, ocupadas por el régimen soviético y que
generalmente estaban deshabitadas y permanecían sin ser aprovechadas. No sólo
para asegurar el sustento a la población, sino, y sobre todo, para garantizar
su supervivencia. La biología se convertía en determinante de los valores
fundamentales de la comunidad nacional.
Hitler también pretendía incrementar el espacio vital a
través del Anschluss (anexión) de Austria y de
los Sudetes (República Checa) en 1938.
La justificación a esta política residía en los números: la URSS tenía 21
millones de km cuadrados de superficie y sólo 9 habitantes por km cuadrado; el Imperio Británico 33,7 millones de km² y 16
hab/ km²; el Imperio Francés 12,3 millones de km² y 9 hab/ km²; Estados
Unidos 9,2 millones de km² y 14 hab/ km². Los imperios coloniales
belga, danés, portugués y holandés superaban todos los 2 millones de km².
Alemania, en cambio, tenía sus 70 millones de almas encajonadas en 0,6 millones
de kilómetros cuadrados: 110 habitantes por km cuadrado. Alemania era
comparable a la Costa Este americana sin el resto del territorio
estadounidense, o a Inglaterra sin el resto de su imperio. Esto, en la época
pre-globalización, equivalía a una sentencia de muerte por hambre y escasez de
materias primas. Cualquier observador imparcial de la época hubiera podido
deducir que Alemania había sido conducida a una tesitura en la que sus
fronteras debían estallar, de una forma u otra.
Las ideas de expandirse llevaban décadas madurándose debido
a la situación estratégica de Alemania. Dicha situación se vio especialmente
agravada en el período de entreguerras: con más población (y más densa) que
Reino Unido y que Francia, mayor proporción de población rural que ambas metrópolis
imperialistas, peligro de bloqueo naval en cualquier momento, hambruna seria,
inflación descomunal, sus zonas industriales y carboníferas ocupadas
militarmente, la navegación fluvial en sus principales ríos (Oder, Wesser, Elba
y Rhin) sometida al control extranjero, una deuda de guerra, pérdidas
territoriales desorbitantes en regiones particularmente agrarias e
industriales, formación de un "cordón sanitario" de estados hostiles
en el Este, separación física de la provincia alemana de Prusia
Oriental y carencia de colonias en los cuales poder dispersar su
exceso de población, obtener autosuficiencia alimentaria, materias primas, mano
de obra barata, etc. Todo esto le sucedía a Alemania en una época en la que
países mucho menos importantes —como Bélgica, Holanda, Italia, Portugal o
Dinamarca— tenían importantes colonias y una holgada situación comercial. Las
condiciones del Tratado de Versalles parecían
explícitamente diseñadas para impedir que el pueblo alemán alcanzase un nivel
de vida similar al de sus vecinos.
Los territorios ocupados por los alemanes en Europa del Este
incluían las mejores tierras agrarias del mundo; en Ucrania, la capa
de humus llegaba en algunos lugares a los diez metros de grosor. Con semejantes
ganancias territoriales, era factible descongestionar las abarrotadas regiones
de Alemania occidental. El objetivo alemán era controlar el vasto
"istmo" que une a la gran Península Europea con el resto del
continente eurasiático. En los lugares razonablemente estabilizados y
alejados del frente, Alemania impuso Reichskommisariaten o
comisariados del Reich, dictaduras regionales. Además de los señalados en el
mapa, existían planes para, como poco, tres comisariados más: Moscovia,
Caucasia y Turkestán. El Gobierno General de Polonia quedaba fuera de los
planes agrarios alemanes: debía convertirse en una cantera de mano de obra
barata, un aparcadero de judíos, una plataforma logística e industrial, un
centro de confluencia de rutas, una base resguardada para la concentración de
tropas y un trampolín para futuras acometidas en el Este.
A pesar de tratarse de un país razonablemente extenso, la
cantidad real de terreno arable disponible para el granjero alemán per cápita
era comparable al de países como Irlanda, Rumania o Polonia. En 1933,
el 75% de las granjas alemanas cultivaban sólo el 19% de la tierra arable del
país. La mayor parte de los granjeros alemanes (el 88% de ellos, 12 millones de
almas), fuertemente endeudados con la banca, vivían en la pobreza o en granjas
insostenibles. A pesar de los esfuerzos del gobierno nacionalsocialista por
drenar pantanos, construir diques y ganarle terrenos arables al mar, la
situación agraria de Alemania era preocupante. Frente a esto, los estrategas
alemanes proponían conquistar el inmenso potencial agrario de Europa del Este,
imitando el "destino manifiesto" de Estados
Unidos (marcha de los anglogermanos hacia el Oeste), convirtiendo, en
palabras de Hitler, al Volga en un "Mississippi alemán" —y al Mar
Negro en un "Mediterráneo alemán".[1][2] Aunque
el proyecto era claramente alemán, se contemplaba la incorporación de grupos eslavos nórdicos.
Las autoridades alemanas consideraban que el 10% de la población polaca y del
norte y centro de Rusia era "racialmente germánica" y por tanto
apta para la "germanización". Entre los checos, el porcentaje era del
50%, ucranianos 35%, bielorrusos 25%. En la colonia ucraniana de Hegewald,
Himmler planeaba asentar a escandinavos, holandeses y polacos y ucranianos
clasificados como asimilables o 'germanizables' (wiedereindeutschungsfähig).
Proyecto rural
El proyecto rural estaba vertebrado de la siguiente manera:
se establecerían granjas de 20 a 40 hectáreas (capaces de sostener a familias
grandes, de diez miembros o más), nucleadas alrededor de granjas de 120
hectáreas. (100 hectáreas = 1 km cuadrado). El Este sería prácticamente solo
rural, la industria se concentraría en las zonas ya urbanizadas de la Banana
Roja en Centroeuropa. Las ciudades eslavas, despreciadas por los alemanes, no
se colonizarían y prácticamente serían ignoradas, probablemente se esperaba que
la prosperidad de las granjas alemanas atrajese a los eslavos de
las ciudades de vuelta al campo, como mano de obra campesina.
El asentamiento alemán medio sería una aldea de 300 a 400
habitantes, y de vez en cuando habría asentamientos de mayor entidad
denominados Hauptdorf. Estas constelaciones de asentamientos estarían
intraconectadas e interconectadas con diversas autopistas (incluyendo una
directa desde Alemania hasta Crimea), carreteras y vías férreas.
Dos estrategias oficiales competían para colonizar el Este:
la primera preconizaba oleadas sucesivas de asentamientos dispersos, y la
segunda la vertebración de estos asentamientos alrededor de rutas geográficas
naturales, a modo de "collar de perlas". De un modo u otro, se
pretendía que la colonización germánica del Este brindase suficientes recursos
para convertir Alemania en una economía autárquica,
y capaz de hacer que Berlín compitiese con Washington por
la influencia global.
Las Blutlanden, probablemente son las tierras
más empapado de sangre del planeta, unen o separan a Europa del resto de Eurasia.
Las llamadas Blutlanden, Bloodlands o
"tierras de sangre" se corresponden con aquellas zonas adjudicadas al Imperio
Alemán, invadidas por la URSS, represaliadas por el bolchevismo,
desestabilizadas por guerras civiles, invadidas por Hitler y
finalmente ocupadas por Stalin. La vasta región coincide grosso modo con
la Zona de Asentamiento decretada por Catalina II de Rusia en
1791 para controlar el flujo de judíos asquenazíes,
y tenía la mayor densidad de población judía del planeta. Las "tierras de
sangre" son una bisagra que unen o separan a Europa del
resto de Eurasia.
Como no existen barreras naturales entre Berlín y Moscú, ambas
fuerzas estaban destinadas a convertirse en una sola. Alemania estaba
destinada a ser el centro neurálgico y Rusia el cuerpo,
pero las potencias periféricas, marítimas y mercantiles del
mundo vieron necesario crear barreras políticas artificiales para compensar la
falta de barreras geográficas. El objetivo era evitar la constitución de un
poder eurasiático autoritario que hubiese podido disputarles la hegemonía global.
El proyecto geopolítico alemán fracasó debido a la derrota
en la guerra, y los segmentos germánicos destinados
a implantarse en el Este fueron exterminados por el Ejército
Rojo y los gobiernos polaco, checoslovaco y yugoslavo, con la
colaboración de Washington y Londres. Pero la especulación queda servida: ¿qué
hubiera podido hacer con los recursos de Eurasia una nación que, sin colonias,
sin materias primas, sin espacio vital, sin mano de obra barata, con enormes
densidades de población y con gran proporción de población rural, había
conseguido convertirse en la segunda potencia industrial del mundo por derecho
propio y generar una cantidad apabullante de ciencia, arte, tecnología y
filosofía?
Antecedentes
El proyecto rural alemán en Europa del Este ya tenía
antecedentes. Los nacionalsocialistas se inspiraron en la sociedad señorial
prusiana, cuyos orígenes se remontaban a las conquistas medievales de la Orden
Teutónica, así como en las correrías de los godos, en la misma aristocracia
rusa (de origen fuertemente germánico), en los cosacos y en
los Volksdeutsche o alemanes étnicos del Este. Himmler defendería
más adelante el establecimiento de una aristocracia rural y militar en
los territorios conquistados, dominada por los veteranos de guerra de las Waffen-SS,
que le pondrían la guinda a siglos de Drang Nach Osten (marcha
hacia el Este) germánica.
Otro precedente lo constituyen los territorios orientales
ocupados por Alemania y Austria-Hungría ya
durante la Primera Guerra Mundial. En el Báltico, el
mando supremo de las fuerzas alemanas en el Este había establecido en 1914 el Ober Ost, un protectorado por el que
combatirían los freikorps alemanes tras la guerra, para defenderlo del bolchevismo.
Ober Ost (que era el antepasado del posteriorReichskommisariat Ostland)
estaba gobernado de iure por el mariscal de campo Paul von Hindenburg, de facto por
el general Erich Ludendorff.
Ganancias germanas en Europa del Este gracias al Tratado de Brest-Litovsk en
1918. A pesar de la traición diplomática y burocrática efectuada por los
políticos izquierdistas y los movimientos subversivos de
retaguardia en Alemania durante el armisticio de Noviembre de 1918 (Dolchstoss o
puñalada por la espalda), Alemania no renunciaría a sus ambiciones
territoriales en el Este.
La rada de la República Popular de Ucrania, que se encontraba
en plena guerra con el bolchevismo soviético,
puso a disposición de los austro-alemanes un millón de toneladas de grano y
otros productos agrarios (huevos, carne de vacuno, panceta, lino, cáñamo,
también manganeso), en un acuerdo de febrero de 1918 conocido como Brotfrieden o
"paz del pan". Esta colaboración germano-ucraniana tendía a minar la
posición negociadora de León
Trotsky, forzando a los bolcheviques, muy a su pesar, a aceptar las
condiciones alemanas del tratado. Por otro lado, permitía a Alemania romper el
bloqueo naval de la Triple Entente (que entre otras cosas, la
aislaba de sus escasas colonias y socios comerciales), haciéndose autárquica e
inmune a los embargos comerciales enemigos, y proporcionaba cereales a Austria, muy
necesitada de grano debido a un ridículo conflicto doméstico con Hungría.
Debido a su increíble potencial granjero, Ucrania era sin
duda la porción más importante. Las tropas austro-alemanas entraron en Kiev en 1918,
suplantando a las soviéticas que la habían ocupado dos semanas atrás, y los
nuevos ocupantes se apoyaron en milicias menonitas (la Selbstschütz,
entrenada por los austro-alemanes y los rusos
blancos) para imponer su control militar. Los menonitas, de origen alemán,
se habían labrado, desde tiempos de Catalina II la Grande, fama de granjeros
trabajadores y aplicados, capaces de cultivar y hacer prosperar cualquier
territorio. La situación se afianzaría con el Tratado de Brest-Litovsk,
firmado en 1918 en la actual Bielorrusia.
El tratado le arrebataba a la recientemente establecida República Socialista
Federativa Soviética de Rusia el 25% de su población y el 25% de sus
cereales y hierro, así como importantes ciudades y centros económicos y vastas
extensiones de Europa del Este —incluyendo los tres países
bálticos, toda la actual Polonia, Ucrania y una buena parte de Bielorrusia.
Los términos de Brest-Litovsk enfurecieron sobremanera a Trotsky, al que Lenin había
obligado a firmar argumentando —correctamente— la inminencia del derrumbamiento
interno de Alemania (Dolchstoss) y la necesidad de hacer sacrificios
temporales para obtener ganancias permanentes.
Yevhen Konovalets, nacionalista
ucraniano, conocería a Hitler en los años 20 y posteriormente sería una pieza
central del plan alemán para convertir Rutenia Transcarpática (la parte más
oriental de la Checoslovaquia anexionada, habitada por rutenos o
rusinos, es decir, "ucranianos étnicos") y la Galitsia ucraniana en
el núcleo de un estado ucraniano títere y un puente para la invasión a la URSS. Konovalets será
asesinado por la NKVD,
y los nacionalistas ucranianos, relacionados con la Abwehr (la
Inteligencia militar alemana, fuertemente infiltrada por la británica), no
prosperarán. A la larga, la derrota de ambos proyectos rurales alemanes
desembocó en el triunfo del bloque capitalista,
del comunista
y del tercermundista.
Referencias
- ↑ Ihor Kamenetsky, Lebensraum
in Hitler's war plan: the theory and the Eastern European reality,
American Journal of Economics and Sociology, Vol. 20, Nº3 (Abril 1961).
- ↑ Vejas Gabriel Liulevicius, War
land on the Eastern front: culture, national identity and German
occupation in World War I, Cambridge University Press (2000).
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